-Africa padeció en los siglos XVIII y XIX, fundamentalmente, la más brutal trata de esclavos y millones de sus hijos fueron enviados a otros continentes para laborar en los trabajos más rudos.
-Junto a esta inhumana actividad, los países coloniales se adueñaron de extensos territorios e iniciaron la explotación de sus recursos naturales como el oro, cobre, diamante, uranio, cobalto, marfil y maderas preciosas.Compañías transnacionales se hicieron multimillonarias con la extracción y comercialización de diamantes en el Congo, Angola, Sudáfrica, mientras otros explotaban el uranio, cobalto, estaño y cobre en Zambia, Namibia y Zimbabwe, por citar algunos.
-El constante saqueo a que ha sido sometido ese continente ha motivado que cerca del 65 % de su población se encuentre ubicada en los más bajos niveles de pobreza, carente de alimento y vivienda.
-Desde hace algunos años, las compañías transnacionales se han lanzado a obtener y controlar uno de los tesoros más codiciados que había sido poco explorado: la riqueza ecológica a la que los estudiosos denominan también el oro verde.Según informes de varias agencias de las Naciones Unidas, los países del sur, entiéndase los subdesarrollados de Asia, Africa y América Latina, pierden desde 1995 más de 6 000 millones de dólares anuales por la extracción ilícita de sus recursos biológicos.
-La flora africana cuenta con una inmensa variedad de especies, muchas de ellas endémicas, que permiten a sus poseedores obtener grandes dividendos por su comercialización.Compañías poderosas especializadas en biotecnología, cuyas industrias han tenido gran avance tecnológico en el último decenio, se disputan las diferentes zonas y territorios.
-Empresas farmacéuticas, procesadoras de productos naturales que son codiciados y constantemente propagandizados en los países desarrollados, participan en esa prometedora carrera.
-Estudios recientes aseguran que los fabricantes de medicinas a base de plantas procedentes del Tercer Mundo, obtienen anualmente beneficios por más de 30 000 millones de dólares En el campo de la genética, ya se han hecho famosas compañías como la de Monsanto que están obligando en la práctica a los agricultores europeos a comprar y depender de sus semillas genéticamente producidas para el desarrollo de las cosechas.